miércoles, 7 de enero de 2009

Dios, ¿Creer desde la racionalidad?

Dios es producto de la necesidad del hombre. Por ello es un producto humano. No podría ser de otra manera. Racionalmente todo concepto de Dios tiene la limitación de la comprensión humana. Al Dios trascendente lo comprendemos desde nuestra inmanencia. Es decir nuestra materialidad es la limitación para comprender lo que no está en lo material, lo espiritual absoluto.
¿Es válido?. Las posiciones extremas como el ateismo militante (el que opta por negar a Dios como objetivo de sus reflexiones) pueden afirmar que no es válido afirmar conceptos de lo que no se conoce. Sin embargo basta entender que el concepto de infinito es aceptado por la ciencia con plena validez, como hipótesis, así como fundamento. Sin el concepto de infinito las matemáticas estarían incompletas. Sin embargo nadie ha tenido la experiencia de lo infinito. Lo infinito es absolutamente ajeno a nuestra finitud, por tanto la adquisición del concepto solo lo puede ser por una reflexión.
Ahora bien, también la finitud nos es ajena. porque la verdadera finitud solo la experimentaríamos con nuestro final, el cual es incomprensible, pues justamente el sujeto reflexivo ya no es, no puede comprender su finitud al haber perdido la capacidad de comprender.
En filosofía esto significa, para mi, la necesidad de superar la posición de las esencias y saltar a las existencias. Al ser humano no le es posible alcanzar las esencias, en especial en lo que refiere a su propia naturaleza. Por ello los fenomenólogos asumirán que lo que apreciamos es apariencia. Lo esencial es invisible al hombre.
La Iglesia ha asumido la analogía del ser como el camino de comprensión de la esencia de Dios. Pero la fenomenología y el existencialismo nos trasladan a comprender las cosas desde la experiencia.
Y es que nuestra manera de conocer es por la experiencia, no tenemos conciencia de la finitud ni de la infinitud, tenemos conciencia de existir, y de vivir la experiencia de existir.
Por ello Dios mismo es producto de una experiencia. Es un producto de la experiencia humana. Es producto de su fragilidad.