jueves, 18 de diciembre de 2014

Las leyes que favorecen el empleo juvenil.

Algunos economistas liberales más liberales que economistas, es decir con una visión más ideológica que económica, aplauden las medidas que favorecen el empleo juvenil porque significan una liberalización del mercado laboral al disminuir las restricciones al empleo.
Esto, por supuesto, es un disparate. Asumiendo que la liberación de restricciones laborales son buenas porque estas restricciones distorsionan el mercado, entonces si estas restricciones son realizadas de un modo discriminado, la consecuencia de favorecer un tipo de empleo es una distorsión también del mercado que ya no funciona como un eficiente asignador de recursos sino el Estado favorece una tendencia por mecanismos de ley. Si el mercado asigna los recursos de manera óptima, cualquier intervención que modifique esta asignación lo que hará es empeorar la situación, pues del punto óptimo sólo se puede empeorar. Es decir si estamos en el punto más alto de una loma, el único movimiento posible a cada lado es para descender.
La economía académica se ha preocupado de demostrar esta verdad que implica por un lado garantizar la eficiencia del mercado para asignar recursos y por otro la necesidad de no modificar nada que haga que perdamos la eficiencia del mercado.  El equilibrio de mercado es el mejor punto alcanzable, cualquier otro es distorsión.
Se podría asumir que en realidad el mercado no está en un óptimo paretiano sino en un sitio menor porque ya existe la distorsión de las leyes laborales, principalmente la estabilidad laboral. Entonces el papel de esta ley es corregir esa distorsión, ayudando a que el mercado asigne más eficientemente, sin embargo esto es un error. El equilibrio de mercado se obtiene en las condiciones en las que se encuentran las variables, es decir tomando en cuenta la situación social integral de todo lo que la afecte, por tanto aun con leyes restrictivas el mercado se asigna eficientemente.
Si consideráramos la protección laboral como una distorsión a corregir, esta corrección debiera hacerse a la misma distorsión, es decir, quitar la protección laboral. Esto no es legalmente posible. Entonces este sería un mecanismo para corregir la distorsión. Craso error, pues la ley no corrige el error sino incorpora incentivos a la captación de empleo “juvenil”, es decir en la realidad favorecer el empleo no calificado.
El uso de mano de obra no calificada es uno de los elementos ligados a la incapacidad de lograr índices positivos de desarrollo. La falta de calificación condice a producciones de menor calidad, a posicionamientos desventajosos en el mercado, es decir a pérdidas de competitividad. Es por ejemplo el hecho que se contrata en la industria del vestido mano de obra no calificada, ésta produce polos de baja calidad con acabados imperfectos cuyo mercado solo es el de sectores más pobres: es una pérdida inminente de competitividad pues no podrá alcanzar mercados más exigentes que producen mayores utilidades, es una pérdida de competitividad. El mercado asignará eficientemente, pero en mercados de bajo costo, de poca utilidad, que son a medida desplazados por industrias con mayores capitales. Noten como el caso se da efectivamente en el mercado manufacturero, en el que luego que hubiera un impulso productivo de Gamarra, con los polos de manufactura nacional, éstos que competían en mercado de precios bajos son desplazados por la industria china, con menores costos. De hecho la industria nacional perdió competitividad, perdió mercado y su alternativa no fue aplicar una política de mercado sino una protección que era la de impedir la entrada de productos chinos “con precios dumping”, o solicitar incentivos tributarios y tarifas arancelarias a las importaciones.
Es decir se pretende corregir las distorsiones de mercado con otras distorsiones. Esto no funciona, y no porque las condiciones productivas impidan costos y precios competitivos, sino porque no se favorece la producción de los eficientes para Perú. Con el algodón de calidad y con la calificación de orgánico las prendas que producen marcas trasnacionales obtienen muy altos precios, precisamente por esos valores agregados. ¿Qué sucede?, que la especialización en costos (de las especializaciones que encuentra Michel Porter) compite con el rey de los costos bajos que es China, y por tanto garantiza una derrota en la competencia. Inclusive la estrategia china es ir ingresando a mercados de calidad pero aplicando su estrategia de costos, de manera que no solo desplaza a las empresas especializadas en costos sino que convierte en mercados de costos a mercados que antes eran de especialización, en especial el tecnológico, incorporándolos a la lógica de los costos.
Pero esto solo para ilustrar como es un desatino pretender promover el empleo juvenil, que es equivalente a promover el trabajo no calificado, cuando el objetivo es el desarrollo. El crecimiento de Asia, y esto es una afirmación repetida constantemente, se debe a su fuerte inversión en educación, es decir en capacitación. Es necesaria la calificación para el desarrollo, y si algo debiera promoverse es la contratación de mano de obra calificada, y no al revés.
El incentivo de contratar mano de obra calificada se justifica en el hecho que a corto plazo es más atractivo reducir costos con mano de obra no calificada, pero en el mediano plazo su productividad (la curva de Cobb Douglas para que la entiendan los economistas) crece menos, llegando a los niveles de estancamiento y de rendimientos negativos. Favorecer la contratación de mano de obra productiva, favorecer la calificación de los trabajadores de planta, se puede realizar con incentivos económicos, con políticas de favorecimiento de la asistencia a capacitaciones eficientes de los trabajadores, a la creación y promoción de dichos centros de capacitación. El empleo juvenil no debiera ser problema sino la capacitación de ese sector juvenil para que acceda a un empleo adecuado.