miércoles, 24 de febrero de 2010

¿A donde la Madre?

El festejo socarrón dice: "yo tengo dos papás", la preciosa canción religiosa habla de mis dos mamás. Pero son más las madres, aunque no las reconozcamos como tales, está la madre patria, la madre iglesia, la madre congregación, etc. El reconocimiento de la maternidad se da en cuanto hay una identificación con la filiación. La filiación implica doble línea de origen: papá y mamá. Por ello la madre Iglesia lo es porque hay un padre que fundó la iglesia, lo mismo la madre congregación. ¿Cómo se dará esta identidad en las congregaciones femeninas?, un misterio para mi amigo Juan Carlos Salas, que es tan acucioso.
Hace mucho que no milito activamente en la vida religiosa, es decir en la congregación claretiana. No significa que haya perdido la identidad de hijo del Corazón de María, y de la madre congregación. Como lo he manifestado en otras entradas, el espíritu claretiano se mantiene vigente a pesar de la distancia, y en los acontecimientos diarios sale a flote, porque imprime carácter. Por diversas circunstancias me ha tocado volver a ver de cerca a la Congregación, con gran alegría porque la actitud normal con los que fuimos parte formal y ya no loo somos es de mantener cierta distancia, explicable por otro lado.
Esa circunstancia de estar más de cerca con la actividad congregacional ha producido un cierto desencanto inicial que luego se transforma en preocupación y ahora en un cuestionamiento sobre la situación real de la Congregación, de la Iglesia y de la esperanza religiosa por último.
Y es que en medio de la mediocridad de la Iglesia Católica, con un compromiso evangélico absolutamente chato, la vida de la congregación era, para mí, la esperanza de la transformación de la iglesia dada la existencia de la vida testimonial de mis hermanos cordimarianos. Lo mismo esperaba, en cierta manera, de la vida religiosa en general, pues ese testimonio del que renuncia al mundo sin dejar el mundo para ser testimonio vivo de la vida auténtica, me parecía de plena validez y vigencia. De una vigencia profética que superaría los seudo movimientos laicos creados para difundir un pensamiento retrógrado y anti evangélico disfrazado de conservador y tradicional, pero que no conserva la esencia del pensamiento evangélico liberador de Jesucristo, nio la tradición de la Iglesia que funda como comunidad de hermanos a quienes se les reconoce por que se veía que se amaban y que lo tenían todo en común. La vida religiosa era ese imán que atraería a las personas a darse cuenta que la felicidad se puede lograr aunque los placeres (no negativos) del mundo pudieran no vivirse: Dinero, Placer y Poder, al que se renuncia con los votos de castidad, pobreza y obediencia. Ese ejemplo de San Francisco, que transmitía felicidad en medio de una mendicante situación, cuya vida resultaba atractiva a otros, tan solo porque se le veía feliz.
Ahora la veo como una suma de intereses personales, algunos interesantes, pero que no suman, es decir que no hacen la unidad y por tanto no hacen testimonio. La prensa se preocupa, a nivel de Iglesia, de los escándalos sexuales, es porque nunca se preocupó de los escándalos económicos, de los escándalos de obediencia.
¿A donde?, la verdad no lo se.