miércoles, 30 de septiembre de 2009

Vino viejo, odres nuevos. Marco Arana y la política

Uno de los pasajes evangélicos más desconcertantes es el discurso de los vinos y los odres. Aparte de demostrar el buen gusto de Jesús el hijo de José sobre el vino, y el cuidado que sabía, debía tener el vino viejo en el odre viejo. Capacidad demostrada inclusive cuando le regala a los amigos de la fiesta de bodas de Caná un buen vino a sugerencia de su madre.
Lo desconcertante es precisamente el mensaje que quiere dar con la parábola. Evidentemente no se las quiso dar de sommelier ni siquiera su buen gusto. Las más coincidentes interpretaciones colocan el mensaje en torno a la religión Judía, pero: si Jesús es el vino nuevo y el judaísmo es el viejo, ¿porqué confiesa al fina que al tomarlo todos dirán el vino viejo es mejor?.
De todos modos, no es el interés hermenéutico el que tengo en esta reflexión, quiero hablar de la posición de Marco Arana, quien funda una institución política, agrupa militantes y formula un discurso en torno a las elecciones que se vienen, siendo evidentemente un candidato propuesto por él mismo.
¿Válida la posición del presbítero de la diócesis de Cajamarca?. Por supuesto que ha sido válida, y admirable, su intervención en defensa del medio ambiente y de las poblaciones afectadas por la minería. Corresponde totalmente a su actitud pastoral, al papel que le corresponde. También es loable la creación de una ONG ambiental bajo su auspicio. Es parte de la acción social de la Iglesia, en la cual anima la creación de instancias que favorezcan la justicia, los derechos humanos, el cuidado del medio ambiente, etc.
No es cuestionable su acción, como complemento de su pastoral. Lo que es cuestionable es que su aspiración política no es compatible con su vocación pastoral. No me pongo a juzgar sus intenciones, probablemente las mejores y más nobles, ni siquiera la finalidad. Lo que cuestiono es que siendo ministro de una Iglesia de la cual vive, y para la cual vive, pase por encima de una simple norma canónica que le impide realizar actividad partidaria mientras mantenga el ejercicio del ministerio. Y la solución es muy simple, o solicita una suspensión de este ejercicio, o en definitiva el pase al estado laical.
Pero no, y las razones probables son poco loables: vende mucho políticamente la imagen del padrecito que entra en política. Un Padre tiene un prejuicio positivo de dedicación, comportamiento ético, relación espiritual, etc. Esto le concede una gran ventaja como imagen, frente a los que no pertenecen al sector eclesial.
Esta ventaja bien aprovechada por ex sacerdotes, como Aristide, o Lugo, cuya acción posterior no correspondió a sus antecedentes (muy cuestionable política del ex presidente de Haití, una previa vida poco cumplidora del celibato exigido en el caso del presidente paraguayo) y al contrario generó una decepción particular.
Por supuesto que tras Marco Arana, y esa imagen, se van a agrupar muchos que prefieren ese tipo de alternativa, esa izquierda Light, que no cause miedo a la sociedad no izquierdista.
Pero, aunque loable el interés de ser una alternativa social que no sea violenta, y la comparto plenamente, no puede estar sustentada en la hipocresía y el oportunismo. Jesús, el Hijo de José, lanzó sus dardos más críticos contra los fariseos, que eran cumplidores de la ley y parte del pueblo judío, precisamente por la hipocresía. Esa alternativa de Arana, está llena de hipocresía y oportunismo. ¿Podría ser válida?, de repente, pero no es alternativa.

martes, 15 de septiembre de 2009

Otra con el finito e infinito

A dónde va lo común, lo de todos los días:
el descalzarse en la puerta, la mano amiga;
a dónde va la sorpresa
casi cotidiana del atardecer;
a dónde va el mantel de la mesa,
el café de ayer,
a dónde van los pequeños terribles encantos
que tiene el hogar.
Acaso nunca vuelven a ser algo,
Acaso se van.
Y a dónde van.
(Silvio Rodríguez Domínguez)

La experiencia de infinitud la comprendí con el cálculo infinitesimal. Para ser más exactos, con el libro "Cálculus" de Tom Apostol, un tomaso reservado para los que habían avanzado en ciencias e ingeniería cuando cursaba entre el primero y segundo ciclo de estudios generales de ciencias en la Pontificia Universidad Católica.
Y si bien el libro para mi formación técnico científica no significó más que la oportunidad de tener un libro a préstamo por 24 horas, pero sus contenidos prácticos estaban muy a la distancia de mi capacidad de entender, le presté mucha atención al sentido fundamental del cálculo y a entender porqué la liebre nunca le ganaría a la tortuga, si le daba un segmento de ventaja.
Pero lo esencial, para mí era la comprensión que el infinito era lógico en lo infinitesimal, es decir la reducción más pequeña siempre tiene una reducción menor, o siempre puedo sacar la mitad de la mitad, sucesivamente nunca termina. Cualquier distancia es infinita, porque entre un punto y el otro, siempre hay infinitos puntos.
Matemáticamente el infinito tiene lógica, como también lo tiene el vacío, o cero absoluto. Pero el cero no existe por definición pura, si existiera, tendría valor, no sería cero.
Pero la matemática es un sistema lógico basado en parámetros con reglas, un hermoso gran juego que le brinda a los matemáticos la posibilidad de romperse la cabeza en teoremas y operaciones complicadas. La matemática no es la realidad, es una simulación de la realidad. Es la simulación de la realidad más aceptada por ello es la que tiene mayor prestigio.
Nadie inventó las matemáticas, y esto es lo extraordinario, se han difundido porque su conocimiento profundo implica el uso intensivo de capacidades encefálicas, pero también un gozo solo similar al que los juegos nos pueden dar. Investigar en matemática es jugar, co niveles más altos cada vez de dificultad. Y es el grado sumo del juego aquel en el que la respuesta no ha sido conocida nunca. La solución a ciertos teoremas por ejemplo.
¿Pero ese infinito, tan perfecto, tan estable, tan lógico, cubre el ansia de infinito que albergo en mi corazón?.
La respuesta es más que evidente.
Seguiremos divagando.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Urgente, oportuno y eficaz

Parece increible que esas tres cualidades fundamentales para la acción provenieran de un pequeño sacerdote catalán del siglo 19 y no de los gurus de la epistemología contemporánea. En mi humilde trabajo como promotor de proyectos sociales (suena bien) la aplicación de esta trilogía para definir la acción, que justifica la formulación del proyecto, no solo me ha servido de norte, sino que ha sido aceptada con beneplácito por la claridad de su contenido, y el abarcar lo que debe definir esa decisión: lo urgente porque es lo que se necesita, lo oportuno porque el tiempo es el propicio para hacerlo, y lo eficaz porque va a redundar en algo positivo.
Dado que el Padre Claret no ha tenido la fama de intelectual que se la atribuyen otros, podría pensarse que lo tomó prestado de un jesuíta que por allí le brindo unos ejercicios espirituales y le largó el rollo en alguna conferencia. Pero si fuese esto cierto, ya habría aparecido el o los autores de la frase original, porque lo que no perdonan los adanes es el robo de su originalidad.
Nadie ha reclamado por la trilogía, y los claretianos la tienen como principio rector de su actividad. El buen Padre Claret nos dejó esto como herencia, y si por mi fuese, solo este aporte merece la gloria, pero es que sintetiza algo que el mismo Claret mostrara con su vida: la acción como manifestación de la mística. Por ello Manuel Lozano (uno de sus biógrafos) lo definió como el místico de la acción (aunque este título no es original), y realmente sus santidad es la cantidad de folletos, libritos, estampas que publicó, con la idea que la gente tenía poco tiempo y ganas para leer grandes obras, por ello había que ponerlo en textos pequeños, fácilmente legibles y agradables. Todo un estratega del periodismo y de los medios de comunicación. Es más, creó la Academia de San Miguel, en manos de laicos, para que desarrollaran el arte y sirvieran a la estrategia de evangelización, de pastoral, de catequesis, de difusión de las ideas.
En Cuba fomentó las cooperativas, en Cataluña organizaba retiros masivos (todo el pueblo) llamados misiones populares, con un lenguaje que llegaba a la gente.
Esa metodología, lamentablemente no se grababa, pero, como decía su amigo Jaime Balmes (filósofo autor de numerosos escritos del mismo siglo 19) tenía un lenguaje sencillo, y no hablaba de infiernos. Conquistaba con lo positivo. Un sacerdote me dijo alguna vez que si Claret hubiese nacido en el siglo XX, habría fundado el opus dei. No comparto de ninguna manera eso que pretendía ser un elogio. En primer lugar porque Claret era un hombre de Iglesia, por tanto nunca hubiese actuado contra lo que disponía el magisterio, como si sucedió con los que rechazaron los consejos dados durante el magisterio de Paulo VI. Por otro lado, Claret creó instituciones de laicos, dirigidas por laicos, de religiosas dirigido por religiosas, e inclusive su misma congregación dirigida por sacerdotes de la congregación. Nunca fue la cabeza, pues la única cabeza era Cristo. Tremenda diferencia de actitud y creo que también de resultados.
Ultimamente ha circulado el libro de los hermanos Becquer en el que se reproducen las caricaturas pornosatíricas que incluyen al padre Claret. Para mí, lo que muestran esas caricaturas es que Gustavo Adolfo y su hermano tenían serios problemas de misoginia, homofobia y una fijación fálica que hubiesen sido la delicia de un buen psicoanalista. Pero frente a la obra del padre Claret, estas cosas como que no le afectan. Era grande, y en muchas cosas equivocado, era humano por tanto, y si era humano, y se equivocaba, está mas cerca de nosotros todavía.
La brillantez de su pensamiento, lo urgente, oprotuno y eficaz, nadie se lo quitará, aunque volvieran las oscuras golondrinas..
un abrazo