viernes, 9 de abril de 2010

Pastoral equívoca


Monseñor Lino Panissa, actual obispo de Carabayllo, es un bonachón y carismático fraile capuchino que conocí en Arequipa cuando él conducía el movimiento emproista (encuentros cristianos en el espíritu). Pero me viene a la memoria pues en un diálogo con jóvenes que habían llevado el encuentro (un cursillo de cristiandad en lenguaje juvenil) recibió entre otras una pregunta de una chica, que ahora caigo en cuenta era menor de edad (considerando la edad que tenía en ese momento), sobre cómo comportarse frente a un sacerdote que no quería recibir la confesión (de las chicas) por el discreto reclinatorio lateral, con la separación de la ventana y sin contacto físico, sino por delante. Creo que pocos cayeron en cuenta de la valentía de la chica para hacer la denuncia (el cura era perfectamente identificable) y la graverdad de la misma. Lino, con una actitud paternal dijo que había que rezar para que cambien esos pastores y se conviertan.
No se si Lino realizó lo que hubiese sido más necesario: denunciar ese cura que realmente estaba realizando actos absolutamente inmorales. Este cura era un pederasta, y la respuesta de Lino implicaba que sabía que no era el único, así como la denuncia de la chica mostraba que no había sido la única. Esto fue a comienzos de los ochenta, en la católica Arequipa, pasaba en nuestras narices y no nos dimos cuenta.
LA Iglesia necesita todavía más aire puro, Juan XXIII decía que era necesario abrir las ventanas para purificar la Iglesia. No era simplemente renovar, era retomar el espíritu de Cristo, de Francisco, de la Iglesia sustentada en el amor y la bondad. Creo que las ventanas se cerraron demasiado pronto. No se quería mostrar una imagen de iglesia débil, sino de la que ha resistido firmemente dos milenios y puede fácilmente resistir dos más.
La duda es si estamos a tiempo para salvar a la Iglesia, o este desenmascaramiento es el verdadero fenómeno de salvar a la Iglesia, es la acción del Espíritu Santo que va creando constantemente.

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