miércoles, 3 de noviembre de 2010

Manifiesto de fe

La poesía puede comenzar por ser expresión de un yo interior que aflora como una catarsis. El siguiente verso está muy en la línea del creo porque es absurdo, aunque con un sentido más de noche oscura. Es la contradicción entre las huellas de la ausencia, huellas que son inválidas como testimonio de la inexistencia de Dios tanto como las que se ponen como signo o pruebas de la existencia, y en medio de todo la necesidad de tener a Dios. La duda genera conflicto, en ese conflicto siempre se encuentra algo que nos conduce al mismo, una especie de Kant en Job.


Quiero darte gracias señor por mi desgracia,
por los momentos inútiles en mi vida,
por pensamientos transformados en quimeras,
por anhelos casi nunca realizados.
Quiero darte gracias por las veces,
que he dudado el vivir buena existencia,
el tener que humillarme dolorido,
y por no recoger nada en cosecha.
Quiero darte gracias por mi llanto,
escondido y a veces demostrado,
por la extensa noche
que acompaña mi fe tan frágil sin tu presencia.
Te doy gracias señor porque ausente,
no encuentro deseos de buscarte,
no encuentro motivos para hallarte,
no encuentro esperanza en tu llegada.
Quiero darte gracias señor por tu nada,
por tu silencio,
por los signos confusos de tu existencia.
Y en la profunda noche en que me encuentro
Y en el vacío de mi materia limitada
saber señor cuánto me faltas
y hacerme luchar aun más por encontrarte
Como presente en este anhelo
Y sin tenerte
Tener que darte gracias.

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