miércoles, 2 de septiembre de 2009

Urgente, oportuno y eficaz

Parece increible que esas tres cualidades fundamentales para la acción provenieran de un pequeño sacerdote catalán del siglo 19 y no de los gurus de la epistemología contemporánea. En mi humilde trabajo como promotor de proyectos sociales (suena bien) la aplicación de esta trilogía para definir la acción, que justifica la formulación del proyecto, no solo me ha servido de norte, sino que ha sido aceptada con beneplácito por la claridad de su contenido, y el abarcar lo que debe definir esa decisión: lo urgente porque es lo que se necesita, lo oportuno porque el tiempo es el propicio para hacerlo, y lo eficaz porque va a redundar en algo positivo.
Dado que el Padre Claret no ha tenido la fama de intelectual que se la atribuyen otros, podría pensarse que lo tomó prestado de un jesuíta que por allí le brindo unos ejercicios espirituales y le largó el rollo en alguna conferencia. Pero si fuese esto cierto, ya habría aparecido el o los autores de la frase original, porque lo que no perdonan los adanes es el robo de su originalidad.
Nadie ha reclamado por la trilogía, y los claretianos la tienen como principio rector de su actividad. El buen Padre Claret nos dejó esto como herencia, y si por mi fuese, solo este aporte merece la gloria, pero es que sintetiza algo que el mismo Claret mostrara con su vida: la acción como manifestación de la mística. Por ello Manuel Lozano (uno de sus biógrafos) lo definió como el místico de la acción (aunque este título no es original), y realmente sus santidad es la cantidad de folletos, libritos, estampas que publicó, con la idea que la gente tenía poco tiempo y ganas para leer grandes obras, por ello había que ponerlo en textos pequeños, fácilmente legibles y agradables. Todo un estratega del periodismo y de los medios de comunicación. Es más, creó la Academia de San Miguel, en manos de laicos, para que desarrollaran el arte y sirvieran a la estrategia de evangelización, de pastoral, de catequesis, de difusión de las ideas.
En Cuba fomentó las cooperativas, en Cataluña organizaba retiros masivos (todo el pueblo) llamados misiones populares, con un lenguaje que llegaba a la gente.
Esa metodología, lamentablemente no se grababa, pero, como decía su amigo Jaime Balmes (filósofo autor de numerosos escritos del mismo siglo 19) tenía un lenguaje sencillo, y no hablaba de infiernos. Conquistaba con lo positivo. Un sacerdote me dijo alguna vez que si Claret hubiese nacido en el siglo XX, habría fundado el opus dei. No comparto de ninguna manera eso que pretendía ser un elogio. En primer lugar porque Claret era un hombre de Iglesia, por tanto nunca hubiese actuado contra lo que disponía el magisterio, como si sucedió con los que rechazaron los consejos dados durante el magisterio de Paulo VI. Por otro lado, Claret creó instituciones de laicos, dirigidas por laicos, de religiosas dirigido por religiosas, e inclusive su misma congregación dirigida por sacerdotes de la congregación. Nunca fue la cabeza, pues la única cabeza era Cristo. Tremenda diferencia de actitud y creo que también de resultados.
Ultimamente ha circulado el libro de los hermanos Becquer en el que se reproducen las caricaturas pornosatíricas que incluyen al padre Claret. Para mí, lo que muestran esas caricaturas es que Gustavo Adolfo y su hermano tenían serios problemas de misoginia, homofobia y una fijación fálica que hubiesen sido la delicia de un buen psicoanalista. Pero frente a la obra del padre Claret, estas cosas como que no le afectan. Era grande, y en muchas cosas equivocado, era humano por tanto, y si era humano, y se equivocaba, está mas cerca de nosotros todavía.
La brillantez de su pensamiento, lo urgente, oprotuno y eficaz, nadie se lo quitará, aunque volvieran las oscuras golondrinas..
un abrazo

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