martes, 8 de julio de 2008

Continuando el camino

La vida religiosa, católica, es una experiencia muy profunda, humanamente plena, con una dinámica en la que la vida comunitaria y sus acontecimientos grandes o pequeños trascienden al tener todos al mismo tiempo un orden individual, una proyección humana y un encuentro con la trascendencia. Cada acontecimiento tiene esta triple referencia que es válida para todos los hombres: la relación que parte de mi yo profundo con la naturaleza (dominación), con la humanidad (fraternidad) y con la trascendencia (filiación).
Para los que no asumen una vida absolutamente inmanente, es decir sustentada exclusivamente en la existencia material (ateos y agnósticos), la misma experiencia es enriquecedora, pero para los que asumimos la vida incorporando en ella la trascendencia que le de "sentido" a la vida, la experiencia es realmente formativa. Es el encuentro de voluntades en torno a un sentido, unidas por la identificación con una vivencia de lo absolutamente otro, del sntido profundo de la divinidad, pero encontrados por la experiencia de la cotidianeidad, de los problemas humanso más simples, de la absoluta experiencia del otro más cercano.
No es la única forma de vivirlo, y la vida religiosa lo hace la forma de vivirlo, es decir la vida misma es esa experiencia. Pero el encuentro entre la cosmovisión y la convivencia humana se da constantemente, aunque de manera inconsciente. Es ese encuentro el que nos hace crecer, el que nos arroja ante el conflicto vital del que incorpora a su vida misma la búsqueda y difusión del "sentido". Puedo vivir para un proyecto humano sustentado en la solidaridad, en los valores, en la construcción de un mundo mejor, y al mismo tiempo vivo tratando de conseguir mejorar mi espacio individual.
Esa dialéctica que brinda una de las más lógicas afirmaciones del Nuevo Testamento: no se puede amar a un Dios que no se ve si no amas al prójimo que ves". La dualidad Mundo mejor con vivir mejor, el ser necesariamente social y fraterno y al mismo tiempo egoísta.
¿Qué aporta la vida religiosa?, pues el sustentar la vida en la comunidad, a diferencia de la sociedad económica que sustenta la vida en el egoísmo. La lógica que sustenta la econopmía es el mercado, que se mueve por la confluencia de competidores. La competencia surge por que los agentes individuales quieren maximizar sus utilidades, o ganancias, es decir sus ingresos económicos. ¿Para qué?, para obtener bienestar, que es una forma de decir estar biemn, poseer lo que me gusta, y eso solo se logra con el dinero que me dan las ganancias.
Si no hubiera ese afan de tner más, no habría motor para la competencia. Nadie compite por gnerar más trabajo, si para ganar más puedo eliminar trabajadores, con gusto lo hago, y de hecho reemplazo trabajadores por máquinas que me reducen costos, me incrementan mis ganancias. Ese es el motor de la competencia, y la economía formalmente se encarga de mostrarnois que esa es la mejor manera como funciona la sociedad, con ella se logra maximizar el bienestar, el empleo, la producción, la eficiencia, etc.
La vida religiosa al sustentarse en el compartir, nos muestra la posibilidad de vivir sin poner como principio motor el egoísmo sino la fraternidad, el sentido trascendente de la vida. Por ello es absolutamente subversiva, revierte el orden de la sociedad poniendo como fundamento el compartir por el sentido de la vida, y como elemento accesorio, al egoísmo de la vida cotidiana. Y es subversivo pues demuestra que puede vivirse de ese modo.
Lo difícil es vivirlo en la otra experiencia humana fundamental, la otra dimensión fundamental, que es la afectividad o vida sexual. La vida religiosa interpeta la castidad en el celibato o soltería, y por tanto la abstinencia no solo de toda relación sexual, sino la ausencia de la afectividad sexual que se manifiesta en el enamoramiento y encuentro genital. Traslada el tema a la pobreza, ya que lo asume como un bien al que se puede renunciar, por ello se forman comunidades de hombres o de mujeres exclusivamente.
Pero esto es otro tema, y merecerá otra entrada.

No hay comentarios: